La guerra Anonymous e ISIS no beneficia a nadie

Parece ser que en esta ocasión al grupo de hackers Anonymous le tocó aprender que no todas las batallas pueden ser ganadas desde una computadora.

Justo después de los ataques terroristas en París uno de los primeros grupos de oposición en dar de qué hablar en los medios fue Anonymous, compuesto por hackers de diferentes partes del mundo que amenazaron con ejecutar el ataque más grande de la historia en contra de ISIS y sus miembros a quienes ya tenían ubicados.

La respuesta del Estado Islámico más que de temor fue de burla al llamarlos idiotas y asegurar que ellos no tenían nada que temerle al grupo de hackers.

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A la par se despertó el escepticismo de diferentes sectores respecto a qué tanto serviría una guerra entre Anonymous e ISIS y qué tanto podría afectar estos enfrentamientos a la verdadera investigación detrás de los atentados y sus principales responsables pues al intervenir en vías de comunicación se afecta a las fuentes de inteligencia clave.

Para muchos sucedieron las cosas tal cual se predijeron

Los esfuerzos de Anonymous desde el comienzo estuvieron enfocados en tirar cuentas de Twitter y páginas de internet relacionadas con ISIS, pero varios reportes de medios como The Daily Dot y Ars Technica que han tenido acceso a la información de Twitter encontraron que un gran número de cuentas de las que se han atacado no representan ninguna debilidad para los culpables. Comentan que en algunos casos las cuentas hackeadas se eligieron presuntamente solamente porque tenían publicaciones de apoyo a ISIS o simplemente habían tuiteado en árabe.

Afortunadamente este problema ya se ha identificado y en los últimos días se ha reducido la actividad de ataque contra perfiles no identificados, no porque tengan la certeza de que sean de un grupo u otro, sino porque al final ellos no son el objetivo.

La guerra digital declarada en contra del Estado Islámico en realidad no está generando un cambio o representando un beneficio para la solución de una guerra mucho más compleja que se discute todos los días desde trincheras reales.